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GONZALO ALEGRÍA GARCÍA

Mi hijo Gonzy nació un 18 de febrero del 2000. Siempre me habían dicho que la sensación que se tiene al cargar a tu hijo en brazos es única, pero con Gonzy fue realmente algo mágico, porque le tuve en brazos todo el santo día durante años, mientras pude cargarlo. Éramos una felicidad bicéfala, contemplando el mundo con los ojos ilusionados de un renacido niño en mí.

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Gonzalo Alegría: Equipo
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Gonzy en su infancia fue guapísimo, rubio y de ojos celestes, casi traslúcidos. Con el tiempo terminó como ahora, un joven alto, rubio cenizo con los ojos verdosos. De una belleza y personalidad serenas, mi hijo es estudioso, honesto y bueno. Recto y sencillo. Cuenta con todo mi cariño, mi apoyo, mi respeto y gratitud, por ser como es.

Estudia Negocios Internacionales en una prestigiosa Universidad limeña, que le otorgará la doble titulación (con la Universidad Internacional de la Florida). Además estudia inglés en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA) y se encuentra en el nivel avanzado, próximo a examinarse del TOEFL. Diariamente, de lunes a domingo, va al gimnasio y come sanísimo. Mantiene un cuerpo esbelto y bello y tiene una enamorada estudiante de Economía, discreta y bella, que me cae muy bien.

Le encantan las matemáticas y es buen ajedrecista, además del gimnasio le gusta el fútbol y su único defecto reconocible es, que como buen europeo, no baila muy bien que digamos los ritmos tropicales (salsa)… Nació en Madrid y vivió gran parte de su vida en Europa, por lo cual, mantiene un deje inconfundible, que poco a poco va peruanizando. Le encanta la papa amarilla, y si fuera por él, la comería sancochada a todas horas.

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Su sonrisa, sus abrazos y sus conversaciones acompañan mis días de hogar y familia, como un premio que me ha enviado Dios. Por muchos motivos, Gonzy es un milagro de amor, que ha superado y superará todos los problemas vitales, profesionales y empresariales que se le presenten en el futuro. Porque va pertrechado con las mejores armas socialmente admisibles: virtud, belleza y bondad.

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Algunas personas malas, creyeron que lo pueden manipular o maltratar. Por suerte, él cumple la  máxima bíblica de “manso como paloma pero astuto como serpiente”. No hace daño a nadie, pero tampoco se deja herir o maltratar absurdamente. Y eso está muy bien. Porque en la vida nos sobran personas malas que Dios debe castigar, para que aprendan que lo indigno, paga.


Gonzy vive conmigo, y es muy, muy feliz, lo que me congratula como padre.

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